La muerte de Néstor Kirchner conmovió a la sociedad en su conjunto, pero mucho más a sus seguidores y a sus allegados director. Las imágenes de su esposa, Cristina Fernández, y de sus hijos Máximo y Florencia, estremecieron a más de uno.

La reconstrucción periodística del momento de la muerte, con Cristina desesperada a su lado, aumentó esa sensación de desasosiego.

"No me dejes, vas a poder", balbuceaba ella, sin poder contener llanto. Eso le contaron los médicos al diario porteño "La Nación", que indicó que la mandataria no lo dejó de acariciar nunca -en las manos, en la cara, en el pelo-, ni siquiera cuando ya era evidente que no había nada más que hacer.

Desde que sintió los primeros síntomas hasta que se fue para siempre, a Kirchner lo rodearon los mismos brazos. La presidenta no soltó la mano de su esposo ni un segundo desde que la ambulancia los trasladó desde su casa en El Calafate hasta el hospital donde finalmente falleció. Incluso, la mandataria entró con él a la sala de emergencias donde los médicos intentaron reanimarlo durante 40 minutos.

De acuerdo con la reconstrucción de los minutos finales del ex presidente, la jefa de Estado se bajó de la ambulancia corriendo detrás de la camilla e ingresó en el shockroom, con otros 12 médicos. A Kirchner le inyectaron drogas y le bombearon el corazón manualmente, pero el triste desenlace no se pudo evitar. "Todavía estamos a tiempo", suplicaba la Presidenta. Pero no.

"Entró con muerte súbita. Su cuerpo ya hacía presagiar un resultado así: lo mismo hubiese pasado acá que en el mejor hospital del mundo", indicó a "La Nación" el personal de la clínica, que coincidió en destacar el fuerte estado de shock en el que se mantuvo Cristina. Pese a ello, no debió ser asistida por los especialistas, que estaban en alerta por las consecuencias que podría provocarle la noticia. LA GACETA ©